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Fernando Reinares (1959)
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Fernando Reinares (Logroño, 1959) es catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Burgos. Ha sido Senior Fulbright Scholar y Lecturer en la Universidad de Stanford, al igual que Fellow del St. Antony's College en la Universidad de Oxford. Ejerce también como Contributing Editor de la prestigiosa revista académica internacional Studies in Conflict and Terrorism. Actualmente es Director del Programa de Estudios sobre el terrorismo de la Universidad de Burgos.
Es autor de numerosas publicaciones sobre temas de su especialidad, aparecidas en cinco idiomas. Entre sus libros más recientes se encuentran Terrorismo y antiterrorismo, Sociedades en guerra civil y Patriotas de la muerte.

Historias de vida y muerte
Por I. Huidobro
Buena parte de la mitificación que conserva ETA procede de las circunstancias en que se fraguó la organización terrorista en los años finales del franquismo. «Patriotas de la muerte» (Taurus) es un libro de análisis y denuncia que desmitifica el mundo de los militantes etarras. Fernando Reinares, su autor, examina lo que ha sido la evolución del perfil sociológico de los militantes de ETA y, sobre todo, se centra en las motivaciones que han llevado a algunos adolescentes y jóvenes vascos nacionalistas a incorporarse a la organización terrorista. El catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Burgos mantuvo entrevistas con antiguos militantes de ETA procurando que hubiese diversidad en la elección: varones y mujeres, con guipuzcoanos y alaveses, distinto nivel educativo, variada ocupación en el momento del ingreso y diversa procedencia en términos de hábitat. "Con todos ellos mantengo el compromiso del anonimato. A cambio pude grabar las entrevistas para poder ofrecer testimonios fidedignos", comenta.
¿Cómo fue el proceso para realizar las entrevistas? ¿Cómo tuvo acceso a los entrevistados?
El acceso a este tipo de entrevistados nunca es fácil. Requirió paciencia y explorar toda una serie de posibilidades de contactos a través de personas del mundo de la vida política, de la abogacía y de la universidad con objeto de ir teniendo acceso a unas personas que, a su vez, facilitaban el acceso a otras. Un método de bola de nieve, por así decirlo. Como es posible imaginar, no se trata de una labor fácil, sino que llevó mucho tiempo. Así, pude realizar las entrevistas con antiguos militantes de ETA cuidando de hacerlo con varones y mujeres, con guipuzcoanos y alaveses, con militantes variados atendiendo a su nivel educativo, a su ocupación en el momento del ingreso, a su procedencia en términos de hábitat... Con todos ellos mantengo el compromiso de anonimato; a cambio pude grabar las entrevistas para poder ofrecer testimonios fidedignos en mi libro.
¿Qué sensaciones tuvo al realizar las entrevistas?
Las entrevistas, que tenían una duración entre dos horas y media y tres horas, no constituían un diálogo, una discusión, con los entrevistados. Tenía conmigo un guión de las cuestiones o temas sobre los que me interesaba indagar: su trayectoria personal, sus experiencias y, en concreto, sus vivencias de socialización política desde sus años de infancia hasta el momento en que ingresaron en la organización terrorista... Claro está, hay narraciones en las que es más fácil mantenerse al margen de lo que se está escuchando y otras en las que es muy difícil no llegar a interiorizar un buen elenco de emociones, porque, al fin y al cabo, esas narraciones, esos testimonios, son historias de vida y muerte.
¿Qué hechos han marcado el movimiento etarra?
Desde luego, el proceso de Burgos fue fundamental. La desaforada respuesta del franquismo a las movilizaciones de protesta generalizadas en el ámbito de la sociedad vasca con motivo del proceso de Burgos hizo que lo que hasta entonces era una pequeña organización, que había llevado a cabo una serie limitada de actos de violencia, se convirtiera finalmente en una organización terrorista que ha persistido hasta nuestros días. Todavía la mitificación que conserva y buena parte del apoyo popular que mantiene procede de las circunstancias en que se fraguó ETA en los años finales del franquismo. Después ha habido otros hitos importantes, pero en un sentido bien distinto. Yo destacaría, qué duda cabe, la autodisolución de ETA político militar, en el año 81-82, que muestra cómo una organización terrorista es posible que desaparezca una vez que se han producido determinadas transformaciones políticas. Después de eso ha habido una serie de hitos que han afectado a la propia organización terrorista, a su evolución y que han favorecido su perpetuación y mantenimiento. Por ejemplo, la existencia de los GAL, que lejos de contribuir a erosionar las bases sociales de ETA, contribuyó a facilitar su supervivencia bien avanzados los años 80, en unos momentos en los que la organización terrorista se encontraba en una fase de decadencia, que afortunadamente, ha continuado en los años 90.
PERFIL SOCIOLÓGICO
¿Cuáles son los principales rasgos distintivos de un terrorista? ¿Existe alguna característica específica que diferencie a los militantes de ETA de otros terroristas?
En general, el perfil sociológico de los militantes de ETA se acomoda mucho al perfil sociológico de otro tipo de organizaciones terroristas de orientación nacionalista radical que hemos conocido en el entorno europeo occidental, tanto en su fase álgida como en su fase de decadencia. ETA entró en esta última a partir de la primera mitad de los años 80 y, precisamente, el perfil sociológico de la militancia que se incorpora a la organización terrorista durante la segunda mitad de los 80 y los años 90 revela esa trayectoria degenerativa. En concreto, el perfil de quienes ingresan en ETA durante los años 90 es muy semejante al perfil sociológico del radicalismo juvenil urbano que se observa en distintos países de Europa Occidental, de Europa Central y del Este también, aunque en esas situaciones la orientación política es la del neonazismo, la extrema derecha.
Desde la muerte de Franco la sociedad ha evolucionado notablemente, ¿en qué difiere el etarra actual del de hace 30 años?
En los años 70 el perfil del militante etarra tiene que ver con el de un varón joven que ingresa en la organización terrorista con una media de 22-23 años, que procede en su mayoría de Guipúzcoa, en concreto de pequeñas y medianas localidades del interior montañoso, donde más del 40% de la población se expresa cotidianamente en euskera. Además, se trataba de jóvenes que se encontraban trabajando como obreros especializados de la industria tras haber cursado estudios de Formación Profesional. Durante los años 90 se ha invertido extraordinariamente el perfil sociológico de la militancia. Ahora ya no estamos hablando de varones jóvenes que ingresan con una media de 22-23 años, sino de adolescentes que lo hacen con apenas dieciocho años cumplidos y proceden de las grandes zonas urbanas y metropolitanas del País Vasco, en el entorno de San Sebastián y en las zonas del gran Bilbao. Además, el contingente más numeroso de estos militantes es el de los estudiantes, más bien fracasados, de enseñanza secundaria. Llamativamente, también, proceden de las zonas del País Vasco donde menos se habla el euskera
Desde mediados de los años 80 cada vez ha ingresado en ETA menos gente y cada vez a una edad más temprana. Sin embargo, se ha ido incrementado proporcionalmente el número de militantes que procede de hogares inmigrantes, ¿qué conduce a estos jóvenes a ello?
A veces, estos adolescentes viven en medios donde la única forma que ellos ven factible, para que no se cuestione su integración en el ámbito de la sociedad vasca, es asumir una integración plena en el mundo del nacionalismo vasco radical, e incluso la militancia en ETA. A partir de ese momento, desde el nacionalismo vasco no se va a discutir acerca de sus antecedentes familiares, de sus apellidos no vascos o del rh de su sangre. En ese momento se les va a considerar integrados en la comunión nacionalista y, por ende, en el conjunto de la sociedad vasca. Para algunos adolescentes procedentes de familias inmigrantes la militancia en ETA y la inmersión en el nacionalismo vasco radical ha sido una forma rápida de sentirse plenamente inmersos en el seno de la sociedad vasca.
¿Qué es lo que lleva a dar el salto de lo puramente ideológico a las armas y al asesinato? ¿Cuál es la relación del etarra con la muerte? ¿De dónde emana esa frialdad?
En conjunto, ese tipo de cuestiones pueden retrotraerse a lo que es el nacionalismo vasco de carácter étnico y excluyente. Es decir, un nacionalismo que enfatiza los elementos primordiales de la cultura vasca tradicional y que, además, no considera compatible tener dos identidades nacionales al mismo tiempo. En conjunto este nacionalismo vasco étnico y excluyente ha tendido a hacer prevalecer los supuestos derechos colectivos del País Vasco por encima de los derechos individuales de sus propios habitantes, de los propios hombres y mujeres del País Vasco, por encima de los derechos humanos que asisten a estas personas. Ahí está el primer paso que lleva al menoscabo de los derechos individuales, incluido el derecho a la vida, en supuesto beneficio de unos derechos colectivos que no son otra cosa que aspiraciones políticas exclusivas del nacionalismo vasco y de la definición que de la sociedad vasca hace el nacionalismo vasco.
¿Cómo y dónde nace un etarra? ¿Cuáles son los aspectos externos y 'ambientales' en los que surgen y se desenvuelven los etarras? Aunque sea una simplificación, ¿hasta qué punto ETA nació en las sacristías?
La relación de ETA con la Iglesia es algo muy semejante a la relación de la Iglesia con cualquier otra organización política en el País Vasco. Bajo el franquismo todo lo que surgió en el País Vasco nació en el ámbito eclesiástico porque era el único ámbito sustraído de la represión policial y del control de las autoridades. Por ello no poco de la movilización popular que dio lugar al surgimiento de ETA se gestó en esos ámbitos, pero también ocurrió con otros partidos, organizaciones sindicales y entidades de muy diverso tipo. Así que no hay que exagerar la relación entre Iglesia y ETA, aunque sí conviene decir que muchos de los militantes de ETA han pasado por recintos eclesiásticos en los que no se ha estigmatizado a la organización terrorista y en los que se ha adoctrinado a niños y adolescentes en los valores de un nacionalismo étnico y excluyente. Eso se ha añadido a la interiorización de actitudes y creencias propias de ese mundo que esos adolescentes han adquirido en sus propios ámbitos familiares de origen, en sus cuadrillas de amigos, en algunas ikastolas... De tal modo que ha habido un momento en que una parte de ellos que se han sumergido en las organizaciones juveniles del entorno de la propia organización terrorista, como Haika en la actualidad y Jarrai en el pasado, donde han iniciado sus primeras experiencias en el uso de la violencia, bien como colaboradores de la organización terrorista, bien practicando esos atentados que no son otra cosa que un terrorismo complementario al que practican los pistoleros de ETA, que llamamos 'kale borroka'. Algunos, eventualmente, han dado el salto a convertirse en militantes de la propia organización terrorista.
¿Qué papel desempeña en el reclutamiento de jóvenes, la sed de emociones fuertes, la imagen romántica o el reconocimiento por parte de su entorno? En ese sentido ¿qué papel ejerce el santuario francés?
Muchos de los militantes que ingresan han sido adolescentes y han ingresado en bloque. Esto nos indica que el reconocerse a sí mismos y el ser reconocidos por los demás en el marco de una determinada identidad colectiva, que ellos creían muy asociada a la propia organización terrorista y al entorno de la organización terrorista, ha jugado un papel determinante. Por otra parte, mientras ha existido un lugar accesible al que huir en caso de peligro, como era el santuario francés, lo que ha hecho es reducir el coste de ingresar en la organización terrorista. Una vez que el santuario francés ha desaparecido prácticamente el coste de ingresar en la organización terrorista se ha elevado extraordinariamente.
PRESENCIA FEMENINA
Dentro de la militancia en ETA, la presencia femenina es una minoría ¿a qué es debido? ¿El talante machista de los militantes de la organización tiene algo que ver?
Apenas un 10% de la militancia han sido mujeres que, por otra parte, en el seno de la organización terrorista han vivido experiencias de subordinación, propias de una organización que, además de muy engreída políticamente, es muy machista en sus pautas de relación interpersonal dentro de la misma, como ponen de relación muchos de los testimonios recogidos en el libro, en el que se recogen desde experiencias de acoso sexual hasta que la mayor parte de las mujeres que ha ingresado en la organización terrorista lo ha hecho reclutadas por su novio o por la persona con quien mantenían relaciones afectivas.
Dentro de esta excepcionalidad destacan los casos de Belén González Peñalba o la de Idoia López Riaño. ¿Cómo es la mujer etarra?
Hay dos tipos básicos de mujeres militantes de ETA. En general se trata de mujeres que ingresan atraídas o reclutadas por un varón ya militante con el que mantienen algún tipo de relación afectiva y durante su militancia se mantienen en posiciones subordinadas, auxiliares, de las tareas que realizan éstos. No obstante, algunas mujeres han mostrado un especial empeño por convertirse ellas mismas en pistoleras de la organización terrorista. Curiosamente, el afán de emular a los varones y destacar por encima de ellos les ha llevado a convertirse en militantes especialmente sanguinarias.
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LA UTILIDAD DE LA VIOLENCIA
La amnistía fue vivida como una victoria por los militantes de ETA ¿por qué llegan a esa conclusión?
Hay muchos episodios que son vividos por los militantes de ETA como una muestra del éxito de la violencia. El hecho de que se les aplicara una amnistía durante los primeros años de la Transición lo vivieron los militantes de ETA como un éxito de la organización y de las movilizaciones populares que hubo en el País Vasco a favor de la amnistía. No hubiera sido un éxito si los primeros gobiernos de la Transición no hubieran dilatado tanto la concesión de la amnistía y algunas otras concesiones de carácter simbólico tras la muerte de Franco. Sin duda, de no haberse demorado ese proceso no hubieran vivido ese proceso como una concesión que lograron arrancar del primer Gobierno de la monarquía.
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