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Es evidente que los avances de la técnica han hecho posible que podamos mantener actualmente conversaciones audiovisuales y ver y oír (lamentablemente no nos permiten ni tocar ni oler) a la persona o personas con las que nos comunicamos a través del ordenador. El sistema RTV (Real-Time Video) o sistema de compresión de vídeo en tiempo real utiliza programas VDI para transmitir imágenes de baja calidad, pero utilizables en directo a través de la Red. También la teleconferencia o la videoconferencia son posibles en este entorno, pero la cantidad de memoria necesaria para la transmisión de la información frente a la comunicación meramente textual y el hecho de que todavía no sea una gran mayoría de usuarios la que disponga de estos potentes y sofisticados equipos audiovisuales y multimedia hacen que, de momento, sea el lenguaje escrito el código de comunicación más usado en los mensajes instantáneos y, por supuesto, en los mensajes asíncronos.
Por estos motivos el lenguaje escrito adquiere una especial relevancia en las relaciones virtuales. Los chats y los foros de debate y discusión requieren que se sigan unas normas de etiqueta determinadas en el uso del lenguaje y unos protocolos y comandos que no voy a explicar aquí porque me extendería demasiado. Por otra parte, la imposibilidad, mejor dicho, la dificultad de expresar con el lenguaje escrito determinadas emociones y estados de ánimo ha provocado la aparición de los símbolos que llamamos iconos emotivos o emoticonos (smiley), que también todos conocemos y utilizamos con cierta frecuencia en nuestros correos electrónicos.
Asimismo, intentos de "humanizar" la pantalla del ordenador, un medio que se podría tildar de "frío", son los scripts o las aplicaciones desarrolladas mediante interfaces gráficas con el fin de que sea más agradable una conversación que no deja de ser real por más que se desarrolle en un entorno virtual.
La superioridad del lenguaje hablado frente al escrito en cuanto a la expresión de las emociones y sentimientos es clara, y estos elementos no son más que intentos de suplir las carencias del lenguaje escrito y de acercarlo cada vez más al lenguaje oral, incluso en el carácter efímero del discurso. Con el lenguaje escrito traducimos el mundo, traducimos nuestras relaciones sociales IRL a relaciones virtuales, repitiendo los mismos patrones. Creamos familias virtuales, amigos virtuales, profesores y estudiantes virtuales, novios virtuales a semejanza de la vida real. Estamos en un mundo interpretado, en un universo traducido: "in der gedeuteten Welt", en palabras del poeta Rainer Maria Rilke, y en palabras de Emilio Lledó:
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"...ese otro mundo que el lenguaje ha ido construyendo, en el que también aparece el eco de la realidad que, más allá de la curva de los cielos, lo es plenamente."
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Ya el filósofo griego Platón, en su diálogo Fedro, exponía la superioridad del lenguaje hablado frente al escrito. Para los que no recuerden el argumento de este diálogo que versa sobre el amor y el lenguaje, les diré que se trata de un diálogo entre Sócrates y Fedro y que empieza cuando Fedro le muestra a Sócrates un discurso de Lisias que lleva en el bolsillo para que el maestro le dé su opinión. Pero es precisamente en este diálogo de Platón donde aparece el primer argumento del porqué es más fácil entablar una relación (comunicación) por Internet con una persona a la que no ves y a la que no has visto nunca y a la que probablemente nunca verás, que con una persona a la que ves en la vida real (IRL), sobre todo cuando lo que se quiere transmitir son afectos y sentimientos amorosos. He aquí las palabras de Sócrates:
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"Voy a hablar con la cabeza tapada, para que, galopando por las palabras, llegue rápidamente hasta el final, y no me corte, de vergüenza, al mirarte."
Platón. Fedro, 237a.
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En definitiva, la vergüenza, la timidez, el miedo al ridículo quedan superadas en un medio virtual, porque hablamos con la "cabeza tapada". La inferioridad del lenguaje escrito, en este caso, se convierte en una ventaja, porque de esta manera se evitan las barreras provocadas por la contemplación de un ser que podría provocar en nosotros estas reacciones. Así, pues, en cuanto a la comunicación en un medio virtual, podemos concluir que ésta es más accesible, que es más fácil contactar con alguien por Internet (mediante el lenguaje escrito) que, por ejemplo, en un bar (mediante la interpelación del lenguaje hablado), y también que la persona que busca un contacto personal a través de estos canales se muestra, en general, más predispuesta para hablar y para comunicar que las personas que lo intentan de forma presencial.
Otro factor que facilita la expresión de sentimientos en un medio virtual es el desconocimiento del físico, de la procedencia social, de la edad y de las circunstancias personales del interlocutor, al menos en lo que se refiere a los primeros contactos. Howard Rheingold lo llama "la ausencia inicial y la subsiguiente reconstrucción del contexto social". Se trata de una conexión de ente a ente, de inteligencia a inteligencia o, si usamos las palabras de John Perry Barlow, "de conciencia a conciencia". Por otra parte, el hecho de que el buscado interlocutor sea una persona sin nombre, sin identidad, pero que está igual que quien lo busca, es decir, sentado delante de un teclado y una pantalla, confiere un elemento más de aproximación. En la vida real, ¿cuántas veces no nos acercamos a alguien porque consideramos que está en un nivel muy superior al nuestro, en el terreno que sea?
En un medio virtual son más importantes las relaciones que las personas que entablan estas relaciones, o incluso yendo más allá, podríamos afirmar que las relaciones son las únicas que son importantes, haciendo un atrevido paralelismo con los principios de la teoría de conjuntos que formuló Hausdorff, el máximo exponente de la topología conjuntista.
Desde mi punto de vista, en una relación presencial, cuentan las personas además de la relación; en una relación virtual, sólo cuentan las relaciones, que son las únicas importantes. Si los elementos (las personas incorpóreas y despojadas del contexto no verbal) de la relación virtual acaban viéndose presencialmente, se inicia una relación de otro tipo, basada en la anterior, pero diferente.
Sin embargo, el sentimiento amoroso y las relaciones amorosas a través de Internet, lo que llamamos "amor virtual", no puede ser más que "amor platónico", en tanto que "honesto" por la imposibilidad de ser culminado, al menos en la Red. Y en este sentido creo que deberíamos ampliar el significado de la expresión "amor platónico" y volverla a definir. Uno puede enamorarse y desenamorarse en Internet, pero no puede realizar el acto sexual o casarse, por ejemplo, aunque sí desearlo.
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