En este libro se plantean argumentos económicos y, en menor medida, morales y políticos para el debate social de los fines del Estado. Se examina la combinación de lo privado y lo público en una economía, al igual que el equilibrio entre crecimiento económico y solidaridad social. Al mismo tiempo, el autor pretende sacar a la Economía de su gueto y dar a conocer al público parte de lo que la Economía Pública tiene que decir sobre el Estado.

  Hoy, en los países de la UE, el gasto público alcanza, en promedio, un volumen que supera el 47 % del PIB o sea, del valor de todo lo producido anualmente en un país, con ingresos del orden del 45,5 %. En España, las cifras son, respectivamente, un 42 % y un 40,5 %. Con un tamaño tan considerable de la actuación pública, en la que el Estado del Bienestar absorbe más de la mitad del total gastado, resulta muy sensato prestar una atención prioritaria al agente más importante de cualquier economía.

  La Economía Pública ofrece un discurso racional sobre la actividad económica del Estado, y su integración con la del sector privado, que Emilio Albi explica con claridad en los capítulos de este libro. La agregación de las preferencias de los ciudadanos en una decisión colectiva, con procesos políticos imperfectos, es el punto de partida (capítulo 1). Las políticas públicas y su gestión plantean serias dificultades, que se deben estudiar para poder superarlas (capítulo 2). Es necesario discutir por qué ha de intervenir el Estado en una economía abierta, cómo financiar esa intervención y con qué costes, al igual que señalar las materias principales de la actuación pública al comienzo del nuevo siglo (capítulos 3, 4 y 5).
 
  Con los argumentos económicos, y los de otras ciencias sociales, se puede mejorar el método democrático de adopción de decisiones públicas, en una sociedad que acepte el intercambio de ideas. Nadie conoce el futuro de la historia, pero con razón crítica, juicios responsables y control democrático se avanza de modo más seguro hacia el mismo. Con comunicación y persuasión racional, la democracia produce las normas y políticas que rompen los códigos cerrados y legitiman una actuación pública creativa.

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