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Contraportada:
"Soy una puta, sí, soy puta", con esa contundencia comienza su autoconfesión una de las mujeres que hacen la vida. Y partiendo de allí emprendemos un viaje a través del vicio y la intimidad más secreta de las personas. Habla Silvia que trabaja en la calle de la Ballesta, cuyo marido es un chulo, aunque ella lo niegue. Denise, una francesa de quitar el hipo, anómala, más que prostituta de postín (cobra 40.000 ptas. la hora) podría definirse como una curiosa. Brigitte, 23 años, austríaca, de los Alpes del Valle de Stubai cubiertos de nieve y flores silvestres ha terminado pisando el cemento de la calle de la Montera, sufre imposibilidad de desengancharse de la heroína. Las prostitutas de la jungla, en la selva amazónica trabajan niñas de 8 a 14 años en el prostíbulo de Troca Tapa, sus clientes son los garimpeiros, Marthina ha llegado a cumplir los 28 años y es la patrona del lupanar, es una excepción, casi ninguna llega a cumplir veinte años.
Las prostitutas obligadas de Bagdad, ex-camareras filipinas que escaparon del Kuwait cuando la invasión iraquí con lo puesto y trabajaron en el Hotel Meliá Bagdad, al lado del Tigris, para juntar los mil y pico dólares que costaba el billete hasta Filipinas. Las niñas de Bosnia Herzegovina, prostituidas por un cigarrillo, el único tranquilizante que conocen cuando empiezan los bombardeos: la historia de Jakova, 14 años, enamorada de un casco azul francés, Paul, que le traía latas de comida, jabones y dentífrico, era dulce, bueno y prometió volver. Las prostitutas de Trípoli, que se entregaron a su novio antes de la boda y eso selló sus destinos. La historia de Erika, nigeriana, que recibió el 4 de mayo la caricia del Papa y espera el milagro de su curación del SIDA en un Hospital de Rímini.
Historias de todo tipo y especie, de violencia, de abusos inauditos, de vergüenza, dolor, humillación, abortos, muerte, lujo, dinero y droga. Las películas porno: entrevista con una protagonista de las mismas que explica los entresijos del sexo para mirones y el plato fuerte: Internet. Las exigencias de los clientes, la larga lista de los sueños y fantasías masculinas: que a fin de cuentas es exigua.
La prostitución masculina. Todas estas historias nos las cuenta Isabel Pisano en este libro, libro duro, en el que no ocultará nada (sólo algunos nombres), para no perjudicar a sus confidentes.
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